Empezamos con mucha energía y sacando el lado Cleoveo Redbull : ) ¡Padres emprendedores! ¿Estáis preparados? Pues ahí va una dosis extra de energía para afrontar la semana y muchas novedades porque, al final, aunque te sientas diferente y muy especial, creo que estás pasando por algo parecido, ¿me equivoco? ; )
Puedes encontrar a «Hoy tampoco duermo» en Itunes o Ivoox. Suscribirte desde alguna de estas plataformas te permite estar al día de cada nuevo episodio que lancemos además de escuchar y descargar cómodamente todos los episodios.
Se escucha heavy metal del duro, duro mientras…
-¡Padres emprendedores! ¿Estáis preparados?
-¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiii!
-¿Podemos lograrlo?
-¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
-¿Podemos?
-¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
-Entonces, ¡A por ello!
No me odies por esto pero tengo que confesarte que a veces escucho mis propios episodios para animarme. Sí, para que me de un poco de subidón. Los martes cuando por fin tengo el episodio en todas las plataformas, redes, etc, me voy al gimnasio o a correr y me lo pongo en modo bucle. Primero, para ver si todo está bien, claro, pero luego lo repito una y otra vez para animarme yo misma y me digo: que optimista es esta chica, jo, ¡qué fuerza tiene!, ya podía tener yo su misma energía.
Sí, soy una optimista nata, es verdad, pero, ¿como es eso de..? A sí, “no es oro todo lo que reluce”. Está claro pero, aquí, en este podcast, es esa chica llena de energía la que habla y la que supera cualquier barrera, ¡mi lado Cleoveo Red Bull!
Y es que me he dado cuenta de que soy de los más tópico que hay, y yo que pensaba que era diferente y especial. Soy la radiografía perfecta de una mujer del siglo XXI que se convierte en madre.
Ya desde el embarazo todo fue de manual: los tres primeros meses vomitando hasta el aire que respiraba y los 6 siguientes los mejores, puede ser que de mi vida. Sintiendo cada movimiento, viviendo cada emoción, riendo con cada situación y llorando con cada gatito que se lastimaba. Un síndrome del nido que casi me llevó a tirar la casa y construirla de nuevo. Y una fecha de parto casi clavada.
El parto no sé si fue tan tópico porque en mi caso fue una experiencia maravillosa que volvería a repetir si pudiera hacerlo por primera vez cada vez que se repitiese. El día anterior tirada en casa con algunos dolores, debían ser contracciones pero, no sé, aquello no me parecía que doliera tanto como decían, así que a las 3 de la mañana llegué corriendo al hospital con casi 7 centímetros de dilatación. En 2 horas Leo estaba allí antes de que la epidural hubiese hecho efecto así que dolió, dolió mucho mucho, grité como una loca, pero fue increíble.
Disfruté los dos días que pasé en el hospital, esto tampoco sé si es muy normal porque si hubiera sido por mi me hubiese quedado allí muchos más días para que me enseñaran a criar a aquel bicho desconocido que de repente tenía entre mis manos, que no paraba de llorar, y que no sabía agarrarse a la teta. Tenía mucho miedo de llegar a casa y enfrentarme a todo aquello y el nuevo papá, papa Edu, tenía una mirada de pánico que me aterraba.
A los tres días, ya en casa, depresión postparto, las hormonas habían caído en picado y me vi en el hall del hospital llorando como una magdalena, bebé en brazos, en busca de una matrona amiga de mi madre que me explicara por qué mi pecho tenía el volumen de un balón de playa y estaba duro como una piedra. Gracias a Rosa evité una mastitis de caballo. Me enseñó a ablandar mi pecho, a sacar la leche que tenía en exceso, a que mi bebé se agarra bien, y a convertirme en lo que soy ahora: una mamá tetilla que ha disfrutado mucho de la lactancia y que no ha tenido ni un solo problema de grietas, dolores, o mordiscos, como dicen por ahí.
Pero este programa, no iba de la lactancia, ¿no? Si no me equivoco hablábamos de emprendimiento. Sí, eso viene ahora porque también en eso las hormonas tuvieron mucho que ver:
Primero sientes que ya no necesitas nada ni a nadie más en tu vida que ese nuevo bichito que ha venido al mundo. Y esto es simplemente porque las hormonas nos mantienen drogadas para que nos centremos en sacar adelante a la indefensa criatura, qué sabia es la naturaleza, ¿será rastrera?
Pasan las semanas y tienes que reincorporarte al trabajo mucho antes de lo que deberías así que si tu trabajo no te llena, tu hijo que no duerme te desquicia, y la situación lo permite, decides convencida que has de dejarlo todo porque tu hijo es lo primero y se merece toda tu atención.
Unas semanas más tarde lloras por quitarte la bata y los rulos, por tener dos horas para ti lejos tu hijo y poder volver a trabajar pero te sientes muy mal por pensarlo.
Algo más tarde recuerdas que hace no tanto tu desarrollo profesional era lo más importante para ti, que todavía no has encontrado tu hueco y que quieres de una vez dedicarte te gusta y crear algo tuyo de verdad.
Y nuevamente yo creí ser de lo más original pero como muchas madres me puse a desarrollar productos para mi bebé. Estos pequeñajos son de gran inspiración y hay tantos problemas todavía sin solución que son un pozo de nuevas ideas.
Y todo esto no te equivoques, sigue siendo en gran parte culpa de tus hormonas. Pero a mi las mías me han ayudado mucho a emprender así que a partir de ese momento comenzó la historia que ya conoces, la aventura Cleoveo, las noches de insomnio desarrollando el proyecto y todo, todo, lo demás.
En definitiva, como te decía, me he dado cuenta de que mi historia está llena de tópicos, que soy como miles y millones de madres y como muchos, muchos padres a los que un hijo les cambia la vida. Y te la cambian, así es, aunque suene así de tópico. Pero te la pueden cambiar para bien porque gracias a ellos te das cuenta de lo que de verdad es importante, de lo infinitamente valioso que es cada minuto, de lo finito que es el tiempo y de que ha llegado el momento de arrancar. De que ya no habrá muchas más oportunidades y de que ya no hay tiempo que perder.
La diferencia únicamente estriba en si después de todo eso, eres de los que se te atreven a luchar para hacerlo realidad o de los que se quedan parados y escondidos detrás de todos tus miedos.
Oye yo también tengo miedo al fracaso, mucho miedo, también tengo horribles altibajos cada día, también tengo miles de dudas y me faltan millones de horas. Oye yo tampoco tengo una nany en casa o una herencia millonaria. También para mi han sido muchos cambios y yo también estoy pasando por una crisis de pareja. También estoy agotada y también Leo sigue sin dormir.
Ayer, tras una noche casi en blanco y después de muchos días durmiendo muy poco, logré mal pasar la mañana bastante embotada y sin aprovechar ni la mitad de lo que hubiese querido. Por la tarde, a las 5 tenía una reunión y a las 7 otra. Las había convocado yo así que no podía faltar. Pensaba haberme echado una cabezada a las 2:30, hora en la que Leo suele caer dormido, pero fue uno de esos días en los que tampoco quiso echarse siesta. A las 15:30 seguía intentando que durmiera. Fue papá Edu quien llegó al rescate y en 10 minutos logró lo que yo llevaba hora y media intentando, esa magia que a veces tienen lo papás. Todavía tenía que comer y ducharme así que ya no había tiempo para dormir. Me puse a llorar como una tonta, no podía más.
Y con esto no trato de que te compadezcas de mi, ni mucho menos, todo lo contrario. Soy una gran afortunada porque estoy luchando por hacer lo que me gusta y no todo el mundo puede decirlo. Lo que trato de hacerte ver es que no soy ninguna superwoman o supermamá y que tener estos ratos es normal, que los vas a tener y que serán, probablemente muchos. Se tienen, se sufren y se van, porque eso sí, se pasan.
¿Qué cómo salvé ayer la situación? No te lo vas a creer pero di con una pócima infalible: un buen trozo de chocolate muy muy negro, un ibuprofeno y un Redbull. A los 15 minutos había revitalizado mente y cuerpo, le di un beso a Edu y le dije: ya pasó, me voy a la reunión. Se quedó flipado y pensando que está casado una chica loca de remate pero al menos creo que lo dejé algo menos preocupado. Lo mejor es que lo dije de verdad, volvía a estar de subidón aunque no sabía por cuanto tiempo. Cogí mi bici y logré llegar puntual. Casi me duermo en algunos momentos pero conseguí cerrar victoriosa ambas reuniones y llegar al final del día baño, cena y cuento de Leo incluidos hasta que logramos que se durmiera a las 11.
¿Esta noche? Esta noche no ha sido mucho mejor pero algo más he dormido y el caracolillo que se había instalado en mi nariz para fabricar mocos a destajo parece estar cesando junto a mi dolor de cabeza.
¿Novedades? Sí, ¡bastantes!:
Salió publicada mi entrevista en prensa, estoy cerrando un trato para vender los productos de Cleoveo en una tienda online ecológica, ya estoy trabajando en los cuentos con una buenísima estrategia que ojalá pueda llevar a cabo, pronto formaré parte del directorio más importante de moda sostenible española, tengo listas unas entrevistas soberbias para el podcast de las próximas semanas, y ¡por fin he lanzado el blog de Cleoveo!
Y es que también sufría el tan tópico síndrome de parálisis por análisis del emprendedor. Este y el del emprendedor impostor son los que me frenan continuamente y me hacen incapaz por momentos de seguir adelante. Al final no era tan difícil sacar el blog adelante.
A los suscriptores ya les di la brasa con la primera entrada, también en las redes. La primera entrada tenía que ser sobre mi, una especie de presentación, así que ahí la tenéis por si queréis conocer a esta loca emprendedora todavía un poquito más. Creo que ha quedado graciosa. Pero lo mejor está por venir, estoy preparando unos artículos que os van a encantar y en los que quiero contar con otras mamás y papás emprendedores. Hasta aquí puedo leer…
También tengo pendiente contarte más cosas sobre el método GTD que ya estoy poniendo en marcha. Me está ayudando muchísimo como te dije. Por los mensajes que me escribís sois muchos los que ya lo utilizabais así o con variantes, he debido ser la última en enterarme. Como siempre yo en mi mundo. En mi caso, solo empezar con pequeñas listas de tareas y recordatorios me está sirviendo mucho y lo que es más importante, tengo menos estrés. Pequeñas cosas, muchas veces bastante obvias o lógicas, pero que nunca te creerías lo bien que vienen.
Respecto al podcast: ¡NECESITO TU OPINIÓN!. Las entrevistas se me están empezando a acumular y quiero saber qué te están pareciendo. ¿Te gustan? ¿Preferirías tener más entrevistas y menos aventura Cleoveo? ¿Te gustaría que hubiera dos episodios semanales en lugar de uno? Si fuera así los martes podría seguir contando mi historia y los jueves o viernes dedicarlos a entrevistas, pero no sé si me da la vida para un episodio semanal más. O quizá estés harto de escuchar mi historia y prefieras que todo sean entrevistas con alguna introducción o conclusión más personal. ¿Cómo lo ves? ¡Dime!, no te cortes, de verdad, tu opinión es muy muy importante. Vamos, que sin ti esto no existe. Puedo seguir aquí hablando sola e incluso creerme alguien importante y hacerme autoterapia pero si tu no estás al otro lado no tiene sentido.
¡¡Eihh!! Acabo de verlo, ¡ya tenemos 17 valoraciones de 5 estrellas en Itunes! ¡Mil gracias! Hace nada solo teníamos 10, ¡esto marcha! ¡¡Tenemos que llegar a esas 100! ¡Que ya no queda na! ¡Optimismo al poder!
Suscribirte al podcast, dejar tu valoración de 5 estrellas en Itunes, tu corazón de me gusta en Ivoox, tu comentario en cualquier de las dos plataformas o aquí en esta entrada que he creado para el episodio. Todo eso son pequeñas cosas que me ayudan a saber que estás ahí, que me ayudan a mantenerme muy arriba y a tope de energía para seguir luchando y a difundir este podcast para que cada vez llegue a más gente.
Un abrazo y nos vemos en el próximo episodio, si tu quieres, claro : )
Oye, ¿y lo que me estoy ahorrando en psicólogos con este podcast? Eso no tiene precio.
PD: la foto que he utilizado para el episodio la hice este verano en el gimnasio California Gym al que estuve yendo durante mis vacaciones en la playa. ¡Os lo aconsejo!
Interacciones del lector