El mejor momento del día puede que sea este en el que os estoy escribiendo, delante del ordenador trabajando en lo que más me gusta: Cleoveo. Con una taza casi hirviendo de te Chai, mi favorito, y después de una mañana intensa de trabajo con hora de deporte incluida, todo muy hygge. Os diré, además, que últimamente estoy volviendo a aficionarme al heavy metal. Lo escuchaba de adolescente y Ramstein, nada menos, era mi grupo favorito, quién lo diría. Lo descubrí en un campamento de “alto riesgo” en el que escalábamos, rapelábamos, hacíamos rafting y hasta vuelo sin motor: adrenalina en estado puro. Ahora que lo pienso creo que siempre he sido adicta a las emociones fuertes.
Puedes escuchar este podcast y suscribirte a él desde Itunes o Ivoox
Pero me estoy desviando del tema, ¿qué tiene que ver esto con final de año, con los Reyes Magos y con compartir con vosotros mi carta a estos misteriosos señores? Creo que sí tiene que ver porque de esta forma quizá entendáis mejor lo que me gustaría pedirles:
Queridos Reyes Magos,
No sé si me he portado bien este año. He sido una esposa bastante desastrosa y olvidadiza, una hija egoísta, una hermana y amiga casi ausente, y una madre enamorada pero menos entregada de lo que me hubiera gustado. Este proyecto ha monopolizado casi toda mi atención, no puedo evitarlo. No sé si esto es bueno, o totalmente deleznable, pero Cleoveo se ha convertido en un hijo más y vivo perdida y enamorada entre ambos. Algún famoso filósofo de los que Edu me habla tantas veces decía algo así como: ¡Aih del hombre sin obsesiones!
Si merezco carbón, ahorraros traérmelo, por fa, es qué luego no sé que hacer con él y el carbón dulce no me gusta. Pero en cualquier caso, no os olvidéis de pasaros por aquí para dejarle a Leo los coches de Rayo Mcqueen que os ha pedido o seguirá hablando de Cars dormido y gritando su nombre entre sueños.
De pediros algo me vendrían bien unos auriculares que se enganchen bien en la oreja. Los uso a diario mientras corro y es un rollo que se vayan cayendo todo el tiempo. Tampoco estaría mal una batería externa para el móvil. En la próxima feria no tendré enchufes en el stand y dudo que me aguante todo el día.
A parte de esto el mejor regalo que os puedo pedir es, sin duda, quedarme como estoy: poder seguir trabajando un año más en Cleoveo. Mi vida es un auténtico caos, totalmente frenética, y a menudo culpable. Sin embargo nunca me he sentido tan viva como ahora y nunca he disfrutado tanto. Cada día es un nuevo reto, una nueva aventura con mil cosas nuevas que aprender y descubrir. Aún con los duros momentos que he vivido, y que sigo sufriendo, no lo cambiaría por nada.
Todavía recuerdo la sensación de bajar la montaña rapelando con apenas 18 años: ese calor repentino que te recorre todo el cuerpo, esas ganas de gritarle al mundo que espera ahí abajo y una sensación única de libertad. Deseas que la bajada no termine nunca. Trabajar cada día para que Cleoveo siga creciendo, encontrar a toda esa gente que se identifica contigo, que le encanta lo que haces y ver que has creado algo que puede hacer la vida un poco más sencilla a otros, aún sabiendo que queda mucho camino que recorrer, se parece mucho a eso.
Feliz 2018 y feliz noche de Reyes. ¡Recordad que la comida favorita de los camellos son los dátiles!
Un fuerte abrazo y quien sabe si nos veremos en otro episodio, si tu quieres claro.
Interacciones del lector