Las grandes marcas de moda están viendo en los niños un suculento mercado a explotar. Las más sofisticadas, como Custo Barcelona, Desigual, Versace, Chanel, Burberry o Dolce Gabbana; y también grandes cadenas como Zara o Maximo Dutti. Todas ellas y muchas más han sacado líneas, submarcas o colecciones enfocadas al público infantil. El problema no es que quieran vestir a los niños, el problema es que los vistan como pequeños adultos. Os cuento mi experiencia, mi guerra particular contra los vaqueros para bebés y las razones que dan expertos psicólogos. Dejemos que los niños disfruten siendo lo que son: niños. No les robemos su infancia.
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El primer día de parque
Esta historia comienza cuando Leo todavía era un bebé que apenas caminaba. Su mayor afán, como el de la mayoría a esa edad, era explorar el mundo que le rodeaba: copiar aquello que llamaba su atención, poner constantemente a prueba la ley de la gravedad y mi maltrecha espalda, levantarse, andar, caer y volver a probar. Os suena, ¿verdad? En definitiva, descubrir su entorno y tantear ese terreno en el que más adelante tendría que defenderse solo, sobrevivir y además diferenciarse.
Había llegado el momento, ese que siempre llega en la vida de toda madre. Aunque intentes evitarlo y delegar siempre llega y llegó. Era uno de esos días de Leo aventurero y no encontré ninguna excusa más: tenía que hacer mi primera visita al parque. Sin duda el parque es un buen lugar de entrenamiento para darse de bruces con la realidad y el último lugar que elegiría si tuviera más opciones.
Me suelo encontrar fuera de lugar en muchas partes y he comprobado que el parque es uno de los sitios donde más extranjera me siento. Pero lo sé, lo sé, los niños necesitan mucho parque.No sé si a vosotros os ha ocurrido pero la primera vez que fui al parque reviví los sentimientos de niña insegura que no había tenido desde hacía décadas.
Aún así, pasado el trago inicial no he tenido demasiados problemas pero aquella primera vez fue toda una prueba, parecía que se habían puesto de acuerdo: mamás de punta en blanco compitiendo para lograr el título de súper molona, hablando de las maravillas de la maternidad, de lo buenos que eran sus hijos, y de lo bien que se apañaban con todo. Dándote consejos infalibles, mirándote de arriba a abajo con cara de pena y hablando de naderías.
En cualquier caso, el momento parque es algo que hay que asumir, está incluido en el pack de maternidad. Es algo así como las uvas pasas en una bolsa de muesli. Las odias pero las toleras porque el resto merece la pena y son buenas para ti. Si lo piensas no es tan terrible, además, sufro de sordera selectiva y no soy de las que se aburren con facilidad. De hecho tengo un pequeño hobby que siempre practico cuando me encuentro en una de estas situaciones:
En los pocos instantes en los que puedo apartar la mirada de Leo sin tener miedo a que se parta la crisma, me gusta jugar a adivinar quién será la mamá o el papá de cada uno de los niños que se encaraman al castillo de turno. Es un juego que no requiere demasiada habilidad ni concentración. No porque sus rasgos físicos o faciales delaten su parecido, esto ocurre pero no siempre, sino porque en muchos casos los niños son copias a escala de sus padres vestidos de pequeños adultos. Y aquí es donde quería llegar:
Cómo vestir a tu bebé
Aquel día, llamémoslo día D (doloroso y desastroso), llevaba puesto mi «uniforme» de trabajo y así, tal cual, había salido con Leo para ir un rato al parque: en definitiva cómoda pero no muy chic, good pero nada cute como diría Sonia Flotats en su famoso blog de moda So good So cute. Ante todo lista para sentarme en la arena si hacía falta sin perder media hora de calle arreglándome antes de salir.
Leo, por supuesto, también iba cómodo, cómodo a rabiar, y vestido de bebé como bebé que era. Llevaba puesto un mono o peto de algodón orgánico estampado con alegres colores que le había hecho yo misma. Una prenda suave, transpirable, que le permitía moverse con facilidad, con apertura inferior siempre a punto para cambiarle rápidamente el pañal, y sin nada que se le enrollase hacia arriba o que se le cayese para abajo, flexible y holgada. De esas que al cogerlo en brazos o portearlo no se desarman y se mantienen en su sitio en cualquier posición. Sin embargo, a diferencia de mi, él, además, iba guapo, -muy good y de lo más cute- : ). Aunque algunos lo duden puedes ir cómodo y guapo a la vez, ambas cosas son perfectamente compatibles.
A aquella hora coincidió que muchos de los niños que había también eran bebés. Un año arriba o abajo eran casi todos de la edad de Leo pero, sin embargo, parecían mayores. La prenda que más predominaba era el pantalón vaquero o los chinos combinados con playeros, ¡o incluso náuticos! Las niñas, aunque llenas de lacitos y manchándose sus vestidos color pastel, al menos iban algo más cómodas. Bueno excepto una que, aunque no lo creáis, llevaba tacones como su mamá (la niña no tardó ni 10 minutos en quitárselos y corretear descalza como os podéis imaginar).
En definitiva, allí estaban todos los papás y mamás con sus mini yo como pequeños adultos viejitos y, sin embargo, el único que parecía desentonar era Leo. Tuve un momento de pánico y a punto estuve de irme corriendo a casa para cambiar a Leo. Pero entonces paré en seco y caí en la cuenta de algo: Leo no tenía vaqueros.
Obviamente Leo no tenía vaqueros porque, ¿existe prenda más incómoda para un niño tan pequeño que un vaquero? ¿existe prenda menos flexible y difícil de poner y quitar que un vaquero? Allí estaba Leo con su ropa de bebé. Pero no una cualquiera, ropa cómoda de bebé, y buenos zapatos para aprender a caminar. Con la ropa que, a mi juicio, debe llevar un niño de su edad ¿sintiéndose el rarito?
No, menos mal, en su cara solo vi un momento feliz, había conseguido subir solo al tobogán y estaba dispuesto a tirarse. Acabó la tarde en el suelo jugando con otros niños orgulloso de sus hazañas. Después de aquella tarde busqué argumentos para corroborar mi teoría y no sentirme tan sola. Mira por donde estaba en lo cierto, mi forma de pensar está abalada por la psicología infantil. Te cuento por qué no debes vestir a tu hijo como un adulto y por qué declaro la guerra a los vaqueros infantiles:
9 razones para NO vestir a tu hijo como un adulto
He agrupado en 9 los argumentos que reconocidos psicólogos emplean para demostrar que vestir a tu hijo como un adulto es perjudicial para su salud, para su educación y también para su desarrollo. Las referencias que comento a continuación están extraídas de varios artículos como los de El País, “Problemas de vestir niños como adultos” o “Creo que el azul para niños y rosa para niñas es un estereotipo que se ha quedado antiguo”; el de La Vanguardia titulado “Hay que educar a los niños y no vestirlos como pequeños adultos”, y muchos más.
Hemos de dejar a los niños ser niños y protegerlos de esa moda que quiere acortar la infancia” Júlia Pascual Guiteras , psicóloga representante del Colegio Oficial de Psicologia de Catalunya.
Comodidad ante todo
Esta es la clave, la ropa debe ser cómoda y adecuada a la edad de los niños. Necesitan total libertad para correr, rodar por el suelo y saltar sin preocuparse de cuidar la ropa o ensuciarla. Así lo advierten psicólogos como Alfonso Cox de la Chilena Red de Salud UC Christus. Además, como añade Julia Pascual, psicóloga, “los pequeños odian este tipo de prendas ”, ya que está demostrado que una de las primeras cosas que buscan los menores en la ropa es “la comodidad y las texturas agradables”.
Niños autónomos
A partir de los 2 o 3 años nos empeñamos en que los niños sean autónomos y que lo sean cuanto antes. ¿Por qué tanta prisa? Todavía son bebés. La autonomía es algo madurativo y no todos los niños son iguales. Es importante sentar unas buenas bases: dejar que tomen sus propias decisiones, que puedan, hasta cierto punto elegir, que aprendan poco a poco a vestirse solos, que vayan al baño sin ayuda cuando dejan el pañal, que coman con sus propios cubiertos aunque lo ensucien todo, etc., pero a su ritmo no al nuestro.
Dicho esto, hay algo que no entiendo: queremos niños autónomos y sin embargo los vestimos con pantalones llenos de botones, prendas que les aprietan, difíciles de poner y quitar y/o complicados para subir o bajar. Siempre que veo a un niño con uno de esos jeans pitillo me acuerdo de su pobre madre o padre y del tiempo que habrá tardado en vestirlo. Incómodo para ti y terrible para él, ¿qué necesidad hay de ponerle vaqueros al niño?
No a la estimulación temprana
A las prisas por que sea autónomo cuanto antes se une una verdadera fiebre por lograr que los niños hagan mil cosas a los 3 años: idiomas, instrumentos, habilidades y mil actividades. Les estamos negando a nuestros hijos etapas, adelantando otras y privándoles de lo que verdaderamente tienen que ser: niños.
Vistiéndolos como adultos reforzamos esta idea de crecimiento precoz y de que se sientan adultos cuando solo son infantes. Los convertimos en personas que al llegar a la adolescencia se aburren de todo y pierden el interés. Maribel Corcuera y Julia Pascual, psicólogas infantiles, nos advierten de este hecho.
Vivimos creyendo en el nuevo paradigma educativo por el cual el niño es un adulto en construcción que ha de llegar a la madurez cuanto antes mejor«, como dice Julia al respecto,
La fiebre del low cost en moda tampoco ayuda mucho. Las grandes marcas ofrecen looks para que los más pequeños vistan como sus progenitores, como comentábamos al comienzo del artículo. Prueba de ello son los pequeños adultos que nos encontramos por las calles. Fuera de la gracia puntual, -como la de esta ingeniosa exposición del fotógrafo californiano Zachary Scott cuyos protagonistas eran 6 «niños viejitos»-, la cosa es más seria de lo que parece. Debemos respetar la naturaleza del menor, su inocencia:
Hemos de dejar a los niños ser niños y protegerlos de esa moda que quiere acortar su infancia«, como sentencia Julia.
Si están en un parque vestidos con ropa que no les permite jugar, si tienen que estar preocupados porque la ropa les aprieta, el zapato les roza, o no se pueden manchar no tendrán la libertad ni la seguridad que necesitan para aprender a relacionarse socialmente con sus iguales como afirma Claudia Cerfogli, psicóloga clínica y terapeuta familiar. Para muchos niños dar ese primer paso para jugar con otros, presentarse o cederles su balón ya es suficientemente duro, no se lo pongamos más difícil con prendas con las que no se sienten identificados y que les molestan de una u otra forma.
Proyectar en los niños nuestras expectativas o frustaciones
Claudia Cerfogli también constata otro hecho: padres y madres que pretenden reflejar en sus hijos sus propias necesidades, preferencias o intereses, -incluso sus frustraciones-, e hijos que no se encuentran a gusto con su forma de vestir pero que buscan cumplir las expectativas de sus padres.
Aquí nos referimos no tanto a bebés sino a niños mayores y la indumentaria solo es una de sus caras. Niños que tocan el instrumento que su padre siempre quiso tocar y no pudo, que estudian dos idiomas porque fue el talón de Aquiles de sus progenitores, empeñados ahora en que no se repita, o que visten a sus hijos según su parecer aunque a ellos no les guste ni se sientan identificados con esa ropa.
Hiperconsumo y sostenibilidad
Hemos de fomentar que los niños valoren y cuiden sus cosas para evitar en lo posible conductas consumistas. Si tienen suficiente ropa, ropa adecuada a su edad, no es necesario comprarles nada más por el simple hecho de vestirlos «a la moda».
Los niños que reciben todo lo que piden sin condiciones no sabrán gestionar después sus frustaciones», como plantea el psicólogo Cox.
Si consideramos a nuestros hijos únicos por qué nos empeñamos en que vistan como los demás, a la última y en forma de pequeños adultos. Comprar ropa atemporal, que dure más tiempo, que le permita moverse con libertad y acorde a su edad es un buen punto de partida para inculcarles valores de sostenibilidad, tolerancia y crítica social.
Dejemos que nuestros hijos busquen en esa segunda piel su forma de expresión, su diferenciación y su libertad pero que no se pierdan ninguna etapa»
Dejemos que desarrollen su propia identidad
El otro día Leo, con 3 años recién cumplidos, se levantó de la cama fue al cajón y sacó la ropa que quería ponerse. Después vino a buscarme y me dijo: «venga mamá, despierta que ya tengo la ropa preparada en el baño». Como podéis imaginar su elección fue un desastre. En pleno invierno había cogido unos pantalones cortos verdes y los había combinado con la camiseta roji blanca del Atlético. Pero algo debía permitirle de todo aquello, esa había sido su elección aunque nunca hubiera sido la mía.
Como comenta Julia Pascual en uno de los artículos al que hacemos referencia, no existe una edad concreta en la que podamos afirmar que un niño está preparado para elegir solo su indumentaria, aunque en la preadolescencia, entre los 9 y los 12 años, es cuando comienzan a forjar su propio estilo. Hasta este momento su forma de vestir irá cambiando a medida que el niño va construyendo su identidad.
Julia nos habla de que la forma de vestir a nuestros hijos es también parte de la educación. Los padres debemos hacer de filtro para que no caigan en modas absurdas o copien el estilo de la youtuber de turno que acaban de descubrir. Sin embargo debemos dejar que elijan o al menos darles esa sensación. Julia nos da un buen consejo para hacer esto: consiste en dar a elegir al pequeño entre 3 opciones previamente seleccionadas por nosotros. De esta forma ellos sienten que pueden elegir y que su decisión se tiene en cuenta aunque esa decisión, en realidad, esté controlada por un adulto.
Para los más pequeños (niños de 2 o 3 años) la psicóloga nos recomienda poner a su alcance un cajón con su ropa y las 2 o 3 opciones del día para que el niño pueda elegir. Esto les ayuda a construir su identidad y expresar su individualidad. Así educamos niños más responsables y más seguros.
Esto no quita que nuestro aspecto físico y forma de vestir influya en la de nuestros hijos. Para ellos somos modelos a seguir lo que no implica que nos tengan que copiar.
Baby celebrities
Está de moda, parece que a las celébrities les encanta salir en los medios con sus hijos vestidos como auténticas réplicas de ellos mismos. Influencers y blogueras, como no, siguen sus pasos para ganar notoriedad en redes como Instagram al precio que sea bajo el lema, -si lo hacen las famosas nosotras también debemos hacerlo-.
Suri Cruise, la descendiente de Tom Cruise y Katie Holmes es un buen ejemplo, Blue Ivy, hija de Beyoncé es otro más y a la lista se añaden Jennifer López con su hija Emma, Jessica Alba y su hija Honor Marie, Kim Kardashian y su hija Kim, Kate Beckinsale y su hija Lily, e incluso otras más cercanas a nosotros como Paula Echevarría con su pequeña Daniela. Estas y muchas más.
Por supuesto no nos olvidemos de Cristiano Ronaldo que ha lanzado su propia marca de moda infantil CR7 Junior. Una línea de ropa ‘denim’ para que padres y retoños vayan a conjunto.
Ejemplos como estos son una pena ya que no estás dejando al niño ser niño», concluye Julia Pascual.
Jugar a disfrazarse
Y entonces ¿Debemos dejar a los niños que se disfracen? Por supuesto. A Leo le encanta robarme las sábanas para disfrazarse de fantasma, o convertirse en astronauta poniéndose su bote de juguetes en la cabeza. ¿Quién no ha tenido en su casa un baúl lleno de ropa vieja o le ha quitado a su madre los vestidos, tacones y maquillaje para disfrazarse? Hacer mezclas con colores y estilos imposibles, disfrazarnos como nuestros cantantes o héroes favoritos o escondernos bajo otra apariencia para desaparecer por unos instantes.
La psicóloga Julia Pascual también lo tiene claro: “Por supuesto que sí, pero indicando al menor que se trata de una excepción, que esa no es la indumentaria que va a llevar para ir a la calle o al colegio”. Disfrazarse es algo natural en los niños, forma parte de su naturaleza y lo único que debemos hacerles ver es esa diferencia entre su ropa y un disfraz.
Es una educación que se basa en respetar la infancia y hacerle entender al niño que ya tendrá tiempo de ponerse tacones o vestirse como un adulto”, determina Pascual.
Y vosotros, ¿Cómo vestís a vuestros hijos?
Cuando me convertí en madre quería vestir a mi hijo con las prendas más cómodas y saludables para él y a la vez la más prácticas y funcionales para nosotros. Todo ello sin descuidar el diseño y estilo y huyendo de clichés absurdos. No encontré este tipo de ropa y así comenzó nuestro proyecto de Cleoveo, ese es su principal objetivo: moda para bebes inteligente y bio.
Y vosotros, ¿qué opináis? ¿cómo vestís a vuestros hijos? ¿estáis de acuerdo con esta teoría? Nos encantaría que nos contarais vuestra experiencia a favor o en contra. Queremos abrir este debate y necesitamos todas vuestras opiniones. Dejad aquí vuestros comentarios y os responderemos seguro.
Un fuerte abrazo, Cristina Cleoveo
Hola Cristina,
Yo era de las de vaqueros…Ahora mis hijos tienen 7 y 9 años y no poden muchos impedimentos a que compre y elija su ropa. Pero me han dejado muy, muy claro que no se van a poner ni un vaquero más (incluye otros pantalones con botones, cremalleras y 0 elasticidad) ni una camisa más (incluye partes superiores de abrochados sin fin).
He entendido que, a parte de los gustos que cada uno podamos tener (y que las madres solemos imponer), está la comodidad. A la que los niños no van a renunciar tan pronto y tan facilmente.
No sé que había pasado con este comentario, no me había llegado aviso y llego tardísimo a contestarte. ¡Sorry!! Mil gracias Maria José. Te diré que yo el otro día fui a comprar ropa al pequeño Leo que acaba de cumplir 3 años. Tenía la intención de comprarle algo tipo vaqueros pero de una tela más elástica y con cinturilla de goma, ¡qué menos! Pensé que no tendría problema para encontrar algo así y nada de eso. Ropa para niños tan pequeños con cremalleras y botones, pantalones pitillo sin ninguna elasticidad y un largo etcétera. ¡No entiendo nada!! Un abrazo chiquilla
Totalmente de acuerdo a los niños hay que dejarlos vivir sus etapas, la ropa del niño tiene que ir en consonancia con toda esa energía que guardan dentro de sí y que está en ebullición, la ropa tiene que ser cómoda, suave y sin muchas cremalleras o botones, nada de pantalones pitillos o prendas complicadas, todo tiene su momento, tampoco estoy de acuerdo con esos cortes de cabello exagerados que emulan la última moda adulta. Excelente articulo muy ilustrativo espero que algunos padres entiendan esta preocupación, un saludo.
Hola Rizog, muchas gracias por tu comentario. A ver si como dices logramos llegar a muchos padres. Queremos lo mejor para ellos y sin embargo nos dejamos arrastrar por la moda pensando que si lo dice tal persona o tal marca será también lo más adecuado para ellos. No nos paramos a pensar de forma objetiva y crítica. Creo que estamos demasiado preocupados por el que dirán y por sentirnos parte de «la comunidad» o de un determinado grupo. Parece que el vestir «a la moda» otorga un estatus y queremos formar parte de él. La solución es que pongamos de moda lo cómodo y funcional y lo adaptado a la edad de cada niño así que necesitamos famosas que nos apoyen en esto y saquen a sus niños con este estilo dando ejemplo : ) Un abrazo
Llamamos «Ser un bebé» a vestirle como un principito del siglo XV con unos petos que recuerdan a la ropa de los viejos burgueses de la edad media…así un bebé tiene que vestirse con el uniforme renacentista para ser bebé ,identificarse con colores como el ganado para «permitirle ser bebé»pero luego nada más nacer le exigimos rutinas de adulto como pretender que duerman ocho horas en su cama y le fomentamos actividades más propias de puretas como ir al centro comercial o a comer unas rabas al bar
Bufff, ni hablar, todo lo contrario. Ser bebé, tal y como nosotros lo entendemos, es permitir que descubra a su ritmo el mundo que le rodea, y eso, nos guste o no, supone cambiar nuestras rutinas. Y vestirlo, ante todo, con ropa cómoda que le permita moverse con total libertad, no como un adulto con vaqueros pitillo o como un principito del SXV lleno de encajes, botones y lazos. Saludos y gracias por tu comentario!
Estoy de acuerdo en lo de no vestir a un niño como un adulto, los nisños quieren correr, moverse con facilidad… y ponerles faldas o vaquros puede impdir que se muevan y distruten jugando con la comodidad que deberian como los niños que son.
Muchas gracias por tu comentario. Está claro, lo que no entiendo es que siga habiendo padres que antepongan otras cosas a la comodidad y el correcto desarrollo de un niño (¿la apariencia, el qué dirán, la moda?? ¿qué moda y qué apariencia?, no entiendo muy bien cuál es la razón). Sin ir más lejos ayer el mejor amigo de Leo, con 4 años, calzado con zapatos castellanos. Al pobre le hacían daño y no podía ni correr. Como era de prever acabó andando mal, haciéndose daño y descalzo. Mucho mejor descalzo, desde luego.
Un abrazo.
Hola, es el primer comentario que escribo en un blog y debo decir que es porque me ha encantado lo que aquí he leído. Siempre he creído en ésto, pero me sentía como un bicho raro al expresarlo, yo quiero que mi hija sea feliz y que viva una infancia maravillosa, fuera de estándares sociales o reglas de vestimenta, pero a veces dudaba porque todo el mundo dice que las cosas deben ser de tal o cual manera. Ame sobretodo la parte que mencionas de la estimulación temprana, nada más cierto! Yo siempre digo: dejémosla ser feliz siendo niña, ya tendrá una vida completa para estudiar ésto o aquello, para experimentar con la ropa, para irse de mi lado.mil gracias por tus consejos!
Hola Selenne,
Lo mismo me ocurrió a mí cuando escribí el artículo. De hecho, me enfrenté a la opinión de muchas de mis amigas, cuñadas, suegra… Por eso recibir comentarios como el tuyo y saber que hay gente que opina como nosotras me da tanta alegría 🙂
Un abrazo y gracias a ti por tu comentario.
La verdad que cuando visto a mis pequeños solo pienso en que vayan cómodos, no se me pasa ninguna otra cosa por la cabeza.
Muy de acuerdo contigo. Sobre todo a estas edades, la comodidad debe ser la prioridad.
Un saludo y gracias por tu comentario
hola, soy una estudiante colombiana y tu experiencia me ha ayudado mucho en mi proyecto que se basa en la necesidad de naturalizar a los bebés. Muchas gracias!
Hola Jennyfer, me alegro mucho de que te haya servido.
Gracias a ti y un fuerte abrazo desde el otro lado del charco 🙂